sábado, 25 de febrero de 2012

SECCIÓN 'BELLEZA' - Masaje metamórfico


PETRA LÓPEZ MARTÍNEZ

Masaje metamórfico

Origen e historia de la técnica metamórfica o masaje metamórfico
        Al comienzo de la década de los sesenta, el naturópata británico Robert St. John utilizaba la reflexología en su trabajo con niños afectados de patologías mentales.
        Motivado por conseguir mejores resultados en sus tratamientos profundizó en los aspectos psicológicos de las zonas reflejas de los pies, partiendo de la creencia oriental que establece que los pilares fundamentales de la persona se originan en el período prenatal, quedando así sentadas las bases del conjunto energético.
        Los pies son nuestra base, los cimientos que nos mantienen en equilibrio, son nuestro vínculo con la tierra y el puente hacia esferas más altas. Nuestros impulsos espirituales e intelectuales deben tener ese punto de apoyo con la tierra.
       Los aspectos físicos, mentales y emocionales y, consecuentemente, muchas de las pautas de comportamiento del individuo tienen su origen en el período de gestación, donde se reúnen no solo los aspectos genéticos del padre y la madre, lo relativo a la vivencia física prenatal (alimentación, salud de la madre...).

¿Qué es?
        La vida es creación, y de la creación surge el movimiento: el movimiento es cambio, y es la fuerza vital la que sustenta este cambio dentro de los diversos ciclos de la existencia... «La vida es el poder que cura».
        «Metamorfosis» significa «transformación» y esto se produce cuando nuestra energía fluye libremente. Esta técnica nos conecta, a nivel de consciencia, con los nueve meses vividos en el seno materno y nos lleva a descubrir nuestro propósito en la vida. Es el masaje de la transformación.
        Durante el período de gestación, los nueve meses transcurridos entre la concepción y el nacimiento, se establecen nuestras estructuras físicas, mentales y emocionales. La vida, después de nacer, tiene sus raíces en este período prenatal: nuestra vida antes de nacer. Es esta estructura corporal la que debe ser liberada.

¿En qué nos puede ayudar?
       Esta terapia está indicada para todas las edades, especialmente en niños y bebés, durante el embarazo, en casos de estrés, depresión, ansiedad, etcétera, y en enfermos terminales, ya que ayudaremos a la aceptación del tránsito que están a punto de emprender (el nacimiento de una nueva realidad).
       Se fundamenta en el trabajo en zonas del pie que tienen influencia y relación con los aspectos mentales y emocionales del individuo. Con el masaje se libera y alivia la tensión mental y emocional, lo que induce a la relajación física.
       El individuo recupera la fuerza vital; los bloqueos suelen ser eliminados y se produce la auto-curación. El efecto es placentero y relajante produciéndose una sensación de bienestar, fluidez y plenitud.
       Es una herramienta única para la transformación personal muy accesible a todos y fácil de aprender e integrar en nuestra vida cotidiana. Agradable de dar y recibir y totalmente segura. Indicada a cualquiera que desee hacer cambios que puedan incrementar su calidad de vida.
       No hay intervención física ni diagnosis, no hay necesidad de consultar o volver sobre el pasado o la historia médica de la persona. La energía vital de la persona es libre de hacer lo que sea requerido. La persona es llamada a ser su propio sanador.
       No somos conscientes del cambio porque proviene de nuestro interior. Nosotros somos el cambio.

¿En qué se basa?
       Debemos tener presente que trabajamos con una visión holística de la medicina natural que mantiene la unidad del cuerpo, la mente y las emociones como algo inseparable en el individuo, contemplando así todos los procesos.
       Este concepto de globalidad es necesario en la aplicación, que no pretende incidir sobre un síntoma o un problema físico concreto, sino que actúa sobre el conjunto energético del individuo buscando la relajación física y mental y el equilibrio emocional.
       La actitud del masajista debe cumplir estos principios: no intención, no implicación y desapego.
       La aplicación del masaje requiere una actitud relajada, receptiva e intuitiva que, siendo beneficiosa en cualquier otra técnica de masaje, aquí es imprescindible. El desarrollo de estas capacidades es un beneficio añadido que la práctica aporta al masajista.
       Cada tratamiento debe abordarse con sentido de la individualidad, y debemos adaptarnos a cada situación.

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