miércoles, 16 de noviembre de 2011

Articulista - Crisis (de aplausos) - Ángel Olmedo Jiménez


ÁNGEL OLMEDO JIMÉNEZ

SUB DIRECTOR DE PASOS, ESCRITOR Y LETRADO

Crisis
(de aplausos)

        El número especial de Populares hace que, año tras año, uno se siente enfrentado a la pantalla del ordenador con un ánimo más que nostálgico.
        Y, aparte, igual no estamos haciendo viejos… todos.
       Desembarqué hace algo más de tres lustros en la Revista PASOS. Era una soleada tarde de primavera en la que España jugaba un trascendental partido del Europeo de Balonmano que se disputaba en nuestro país.
        Es curioso, mi memoria suele hallarse asociada a eventos deportivos con una prodigiosa capacidad que, para mí tengo, bien haría en dedicar a otros más provechos menesteres.
Aquella tarde me había citado con el Director de la publicación que, por motivos que desconozco, tuvo a bien hacerme esperar algo más de una hora en su salón de visitas del piso que, por aquel entonces, ocupaba la redacción en el Barrio de San Juan.
       Reconozco que, haciendo gala de una paciencia hasta la fecha no presenciada, aguanté el creciente nivel de irritabilidad que iba surgiendo en mi interior.
       La charla fue rápida, apenas quince minutos, y me enrolé en una empresa que, en aquel momento, me parecía destinada, al menos en lo que a mi participación hacía, al más obvio fracaso.
       Al despedirme, estrechando con firmeza la mano de Pablo, le interrogué sobre una estatua de bronce que asemejaba una letra pe mayúscula, con la liebre y el tomillo de que enseñorea el escudo de nuestra localidad.
        “Esto -contestó él, o ese es mi recuerdo libre de su respuesta- es nuestra joya de la corona”.
        Encogí mis hombros y Pablo, en larga perorata, comenzó a relatar los pormenores y avatares de los Populares. Les ahorro detalles, pues les hago perfectos conocedores de una realidad que, aquel momento, sonaba sorprendente a mis oídos.
        Cuando descendía las escaleras del piso, pensaba en que la iniciativa era un modo muy adecuado de reconocer a personas e instituciones que rara vez tenían acceso a los focos públicos.
        Me fui pensando en la ilusión, son los típicos devaneos de juventud, que debía de sentir alguien cuando recibía una distinción por un órgano independiente y privado que, además, nada pide a cambio y tampoco obtiene ningún beneficio por tal actuación.
        Reflexioné algún tiempo sobre tal extremo, supongo que hasta que comenzó el partido de balonmano.
        El resto de la historia es bien conocida por ustedes.
        Pablo, el capitán de este navío, utilizó sus portentosas dotes de convicción para hacerme partícipe de su flota y mantener mi ánimo y voluntad en esta travesía, consiguiendo reflotar y acuciar mis inquietudes ante situaciones en las que, lo más honroso, hubiese sido lanzar un cortés y considerado adiós.
        Hoy, sí, ahora que se cumple una nueva edición de Populares y de Jornadas Culturales, vuelvo a reflexionar como aquella tarde de primavera, sobre la verdadera realidad y teleología de una iniciativa como ésta, máxime en tiempos de aridez y dificultad de medios como los que nos incumben.
        Me gusta creer que, con espíritu ilusión adolescente (llámenlo si quiere ingenuidad), la ilusión de esos premiados se mantiene como una pequeña llama viva que ilumina a su alrededor y que propaga un calor verdadero, que anima a continuar esta ardua navegación en un océano en el que las rachas de viento distan bastante de amainar.
        Lo decía antes, nos hacemos viejos, todos…
        El empeño colocado en cada edición de Populares requiere un gigantesco esfuerzo que, además, no siempre encuentra acomodo pacífico en el público al que va dirigido.
No les juzgo. La crítica sana y constructiva es saludable. El resto de críticas rayan más lo banal.
Quiero asumir que, incluso con la desconfianza del que intuye que su final se halla próximo, conviene entablar el inicio de esta ruta con la misma pujanza que la vez primera.
        Y más cuando en el horizonte se preña de crisis de aplausos, de valores, de filosofías y de abrazos.
        Aventuro que no será un viaje exento de sobresaltos.
        Bienvenidos a bordo.
        Felices Populares.




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