sábado, 25 de febrero de 2012

ARTICULISTAS - Sonría por favor - Alfredo Medina Díaz


ALFREDO MEDINA DÍAZ
Escritor y empresario

Sonría por favor

        Era una tarde de agosto del año 68 cuando en la antigua plaza de toros ‘El Chofre’ de San Sebastián toreaba el maestro Santiago Martín “El Viti”. Sabido es que al susodicho diestro, junto a su buen hacer en el arte de cúchares, le caracterizaba la seriedad de semblante, es decir, no se reía aunque le hicieran cosquillas en los pies…
        Al término de una impecable faena la presidencia le concedió las dos orejas del astado. Ni con ellas en las manos afloró la más leve mueca de una sonrisa en sus labios, fue en la vuelta al ruedo mientras se lanzaban las botas de vino, pañuelos, abanicos y demás rituales, cuando un señor saltó al ruedo con un hermoso cartel dirigido al torero donde se leí claramente “¡Viti, sonría por favor!”
        La ocurrencia del aficionado surgió efecto y “El Viti” levantando la vista hacia los tendidos nos dedicó una tímida sonrisa a quienes nos encontrábamos en el coso taurino.
 Este acto tuvo su pronta repercusión, ya que a partir de ese día, y como si de vital importancia se tratara, que en el fondo lo era, se empezaron a imprimir unos cartelitos con fondo blanco, letras azules y un cuadrado del mismo color en el margen izquierdo con la simple pero instructiva inscripción “¡Sonría por favor!”.
        El eslogan, raudo, se puso de moda y en la luneta trasera de la mayoría de los coches, así como en muchísimos establecimientos, lucía la ya famosa frase instando al personal a llevar a la práctica algo tan natural y necesario como es la sonrisa. El cartel dio su resultado ¡vaya si lo dio! Y duró varios años e incluso se exportó y tradujo en varios idiomas aquella idea, ya que no era raro encontrarse con la feliz y risueña frase en otras zonas de España.
        Pero, como todo en esta vida, se fue olvidando poco a poco y su sabio consejo desapareció de nuestra vista, y lo que es peor, de nuestro ánimo. Parece increíble que se esté llegando al extremo que se nos tenga que recordar que hay que ejercitar funciones tan básicas y tan de primera necesidad. Creo que habría que inundar los pueblos, ciudades… con letreros de este tipo, que nos hagan recapacitar y dedicarle importancia a lo que de verdad lo merezca.
Quizá la existencia del ser humano cada día sea más precaria, más difícil y complicada, la crisis, la falta de trabajo…. Motiven a que en el metro, autobús, en la calle… tengamos que mostrar un rostro serio, frío, desconfiado… y ello no nos haga ver más que problemas a nuestro alrededor. Bien es verdad que la mayoría de veces llamamos problemas a los desafíos cotidianos de la vida, y que no son más que oportunidades para reciclarnos y evolucionar para no quedar estancados. Saber ganar y saber perder son parte del juego y la vida. Desarrollar los sentidos, y entre ellos el del humor, es aprender a reírse, lo primero, de uno mismo y así recuperar los espacios inquebrantables de salud y fortaleza.
        El mal humor enferma a quien lo padece y a quien lo provoca, tras él llegan las broncas que van acompañadas de rabia, ira, frustración, resentimiento… es fuente de muchas separaciones, la mala convivencia hace insoportable la comunicación e imposibilidad de llegar a acuerdos y disfrutes compartidos. Fragua personas disconformes, eternamente intolerables, que al final, nadie las soporta y se terminan quedando solas. Buscar un clima de estabilidad, de cariño y comprensión recíproca es fundamental para formarse un carácter amable y distendido, donde la risa espontánea no tiene más remedio que fluir.
        La risa siempre ha estado presente en el hombre, y no se han discutido nunca sus efectos positivos. No será la panacea, ni la eterna felicidad, pero está muy emparentada con ella. Desde luego, lo que está fuera de toda duda, es que ayuda a sentirse bien y elevar la autoestima. Sigmund Freud atribuyo a las carcajadas el poder de liberar al organismo de esa energía negativa que nos conduce a verlo todo negro. En buena prueba de ello, últimamente han surgido tratamientos como la risoterapia que mediante la risa genera un estado de ánimo excelente que influye de esa manera en nuestro cuerpo y nuestra mente.
        La risa es mágica, reír es un regalo de la naturaleza, es la alegría de vivir. Una autodefensa ante la sociedad. Según un viejo proverbio chino, para estar sano hay que reírse 30 veces o más al día. No sé si será demasiado, pero la verdad es que la deberíamos de exigir hasta en el restaurante, en las tiendas… pues hay veces que te encuentras con unas caras y unas formas de tratar al cliente que dejan mucho que desear.
        Estos establecimientos deberían ser como el salón de casa, donde uno se reúne con la familia, los amigos, donde tiene que haber un ambiente relajado y donde, fundamentalmente, se pueda reír. 
        El buen comerciante se debe de preocupar en todo momento de complacer al cliente sin que se borre la sonrisa de su boca, ya que una sonrisa ilumina más que la luz, y además, sobre todo ahora, es más barata. También porque nadie es tan pobre que no pueda regalar una sonrisa, ni tan rico que no necesite.


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