martes, 3 de mayo de 2011

Articulista, Elecciones y quejas

Elecciones y quejas





JESÚS LARA SERRANO
ESCRITOR Y AGRICULTOR

Cuando se aproximan elecciones en los países democráticos, los partidos que opositan al poder, para una etapa de tiempo, se ofrecen para llevar las riendas de casi todas las cuestiones de una nación, cada día más, tanto que hasta se inmiscuyen en la privacidad de los ciudadanos mayores de edad. Por lo que deben convencer en lo positivo del ejercicio del voto al ciudadano de la calle, y además, influir en votar determinada opción.
En este país, muchos ciudadanos estamos cansados de los que mienten, de los que roban, de los que hacen de la política su sistema de vida, bien sean concejales, dirigentes de organizaciones de trabajadores, empresariales, diputados de los que no asumen responsabilidades… Y nos encanta y aplaudimos a los que después de esos ocho años, máximo, abandonan sus puestos representativos dejando paso a sucesivas personas, porque el mundo sin ellos, también funciona.
La ilusión y el trabajo del recién llegado a una responsabilidad no tiene precio. Agradecemos las decisiones del expresidente Aznar, y del actual presidente Rodríguez Zapatero, de retirada a tiempo, y en un determinado tiempo. Gracias y, el siguiente.
Las elecciones, cuando la opción ganadora es la abstención, deslegitima para muchos votantes, los gobernantes que salen de ellas.
Desde mi sector, que es el agrario, las quejas particulares están suficientemente generalizadas y me hacen pensar honradamente, si debo, o no, ejercitar mi derecho a voto cuando las opciones que se me ofrecen no son capaces de solucionar temas enquistados y vitales para mi profesión. Por ejemplo, los bajos precios fuera ya de cualquier renta, y los robos y destrozos en el campo de gente de pocos escrúpulos. En mi caso he sufrido doce asaltos a mis intereses de pequeño agricultor, y se que no bato ningún record, soy uno más de los muchísimos afectados.
Se me puede decir que es normal, que a todos nos roban, o que somos un país con un índice bajo de delincuencia según las estadísticas, ocultando que los ciudadanos han perdido la fe en las instituciones y en demasiadas ocasiones no denuncian; bendita gracia, porque el campo lo arruinan entre unos y otros.
Si no se toman medidas concretas de respeto a la propiedad del sector agrario, sí debiéramos exigir, al Ministerio de Hacienda, que se nos descuente la cantidad económica robada y destrozada, al hacer la declaración de la renta como gasto en años sucesivos hasta compensarla.
Al día de hoy, no se hace labor preventiva de robos en las zonas de campos cultivados, porque la afluencia de fuerzas de seguridad es ridícula para cubrir las hectáreas cultivadas, porque no se debe olvidar que, estos campos, como fábrica de alimentos que son, deberían tener prohibido el paso nocturno a cualquier vehículo por sus vías de servicios y caminos, salvo, a casos especiales demostrables y con rutas preconcebidas. También, ¿por qué no se hace un seguimiento del material adquirido en los desguaces? al no pedirles a los propietarios facturación de todo el material depositado. Y me pregunto, y como yo muchos cientos de personas ¿por qué no existe un censo con seguimiento de las personas que jamás han cotizado por ningún trabajo? cuando muchos millones de personas extranjeras lo han conseguido fácil hasta hace poco en este país. ¿Por qué no se firman convenios con los países de origen de los delincuentes que actúan en España, para que estos “ángeles” sean expulsados y así, que cada nación soporte en sus cárceles, y fuera de estas, a sus delincuentes?
Si es legal prohibir a un español residir en una zona determinada por infracciones legales, muchos españoles pensamos, que estos sujetos no deben ser menos.
Aquí, y ahora, mucha prohibición, multas, cargar impuestos y en ocasiones por meras cursiladas para los ciudadanos que trabajan y casi no llegan nunca bien, a fin de mes y de año, con tanta obligación y tanto pago.
Todo son «peros», y muy poco lo que se hace por proteger al ciudadano medio, y casi nada por tratar de complacer las voluntades populares y justas de un pueblo que es tan soberano.
Es vital para muchos ciudadanos, para animarlos a que ejerzan su derecho de voto, el que sean tratados con toda atención en esas cuestiones que corren de boca en boca, pero que nunca van a referéndum porque la clase política juega a ignorar la importancia de estos hechos y no quiere darse por enterada. O sea, que la sensibilidad hacia el votante brilla por su ausencia.
A veces parece que no es útil votar, así piensan muchos españoles en tertulias de café y de trabajo.

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