MONTSE FERNÁNDEZ ALONSO
El tabaco, un peligro cancerígeno
Es un honor y, a su vez, una gran responsabilidad encabezar una de las secciones más importantes de PASOS. Intentaré que cada una de mis colaboraciones sirvan de referencia para la salud. Para este número, hago un pequeño esbozo de los perjuicios que trae el tabaco, recordando que es un peligro cancerígeno.
Son diversas las opiniones respecto a la prohibición de fumar en lugares públicos, pero no hay dudas sobre los efectos perjudiciales que tiene esta droga, declarada como tal por la Organización Mundial de la Salud en 1974, teniendo en cuenta que es aquella sustancia que introducida en el cuerpo humano tiene capacidad para actuar sobre el sistema nervioso central alterando los pensamientos, emociones, percepciones y conductas, de forma que se hace deseable repetir la experiencia.
Desde el punto de vista sanitario, el tabaco es la droga que provoca más enfermedades y un gran deterioro en la calidad de vida de las personas, debido principalmente a su alto poder cancerígeno por su contenido en alquitranes. Estas sustancias son las responsables de las diferentes formas de cáncer atribuibles al tabaco especialmente el de pulmón, pero también de boca, faringe, laringe y esófago, por ser las estructuras más sensibles de nuestro organismo a los efectos perjudiciales e íntimamente relacionadas con el aparato respiratorio, que es el mayor afectado por el humo del tabaco y sus componentes.
Es importante saber que también contiene otros componentes como la nicotina, sustancia responsable de la adicción, que hace que la persona fumadora sienta un deseo intenso de consumir más cigarrillos para mantener unos niveles determinados de nicotina en sangre, que varían en función de la cantidad de tabaco que suela consumir. Además, contiene monóxido de carbono producido por la combustión del tabaco y del papel que envuelve el cigarrillo, esta sustancia es la que favorece la aparición de enfermedades cardiovasculares debido a que pone en riesgo el aporte de oxígeno a los tejidos, venas y arterias de nuestro organismo.
Algunos podrán preguntarse porque los fumadores tienen mayor tendencia a generar mucosidad y tener tos, la respuesta es sencilla, los responsables son las sustancias irritantes que aumentan la cantidad de moco y deterioran las defensas internas de nuestro organismo, que son las que luchan contra toda partícula tóxica, impidiendo su entrada directa a nuestros pulmones.
Una vez explicados los componentes del tabaco y sus efectos más perjudiciales, no podemos pasar por alto la repercusión que tiene en la mujer embarazada “gran fumadora” (más de veinte cigarrillos al día) ya que entraña un gran riesgo tanto para la madre como para el feto, por ejemplo hemorragias de la placenta, abortos en las doce primeras semanas de gestación, retraso en el crecimiento dentro del seno materno y bajo peso al nacer, entre otros. Asimismo no debemos olvidarnos de los fumadores pasivos, ya que la exposición cotidiana al humo en ambientes cerrados o mal ventilados puede provocar irritación de ojos, dolores de cabeza, estornudos, tos y afonía o empeoramiento en personas con asma y al igual que en los fumadores también existe la posibilidad de desarrollar cáncer, enfermedades cardiovasculares y respiratorias, aunque con menor riesgo.
Como reflexión final, todo aquel fumador debería pensar no solo en los problemas de salud que esta droga puede provocarle, sino también en su calidad de vida, la cual puede verse gravemente afectada durante años. Y si de algo hay que morir, que sea tras haber vivido saludablemente y no a causa de tantos hábitos tóxicos de los que solo nosotros, los humanos, somos responsables.
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