ANTONIO PICAMILLS RUIZ
La temporada taurina,
las prohibiciones y más cosas
Dentro de muy poquitos días, una temporada taurina levantara el telón, se abrirán los escenarios, los ganaderos empezaran a embarcar toros, los empresarios soñaran con hacer caja, y los toreros a enfundarse el traje de luches dispuestos a que se cumplan sus sueños, unos sueños que durante el invierno adormilan en el interior de su cabeza.
Unos regresan de América después de hacer temporada, otros todavía siguen allá y posmas, entrenan y entrenan y entrenan, esperando esa oportunidad que no llega o que a veces las mas, tarda tanto en llegar. Mientras los aficionados disfrutan de tertulias a la vera de una cervecita con su consabida tapa o acuden a conferencias o entregas de premios, los mas viejos del lugar insistiendo en la comparativa con el toro de antes o con los toreros de su época, los nuevos aficionados viendo con escepticismo el nuevo panorama que ante ellos se presenta, por aquello de toros si y toros no...
Estamos viviendo una etapa difícil no solo en el toreo sino en cualquier orden de nuestras cotidianas vidas, con lo cual las perspectivas para esta temporada pueden ser cualquiera, como la vida misma, difícilmente interesara al espectador nuestra fiesta si la situación económica del país es la que es (la verdad es que casi nadie sabe cual es) difícilmente interesaremos al aficionado si por la televisión se ve mejor y mas cómodo incluso mas barato y con repetición incluida (se anuncian mas festejos televisados que nunca) difícilmente crearemos nuevos aficionados si no se cambia el sistema de programación de festejos y no se aumenta la competitividad, vivimos en el siglo XXI un siglo de competitividad, donde el que vale “vale” y el que no a otra cosa, vivimos en la época de las oportunidades pero para poder demostrar la capacidad se deben de dar ocasión a aquellos que demuestran que lo suyo va en serio y que existe un proyecto al que teóricamente se le puede augurar un mediano éxito, no se puede mantener por mas tiempo el acaparamiento de oportunidades para los mismos, siempre para los mismos, mientras otros están en el mas puro y duro ostracismo, no se puede mantener por mas tiempo una fiesta donde el resultado no cuente para nada como si trasladado al fútbol habláramos de partidos de exhibición o amistosos, el toreo es arte, y el arte debe de primar sobre casi todo, pero eso no es óbice para que el torero obtenga el triunfo en competencia con sus compañeros de forma y manera que el vencedor obtenga el beneficio de seguir toreando.
No como ahora que da igual lo que pase mañana más y mejor, mañana montamos el tinglado en otra parte con el mismo cartel, lo que ha pasado hoy, solo cuenta para la estadística.
Son distintas formas de ver las cosas y sabemos que nada va a cambiar, que mas da Cultura o Interior si todo va a seguir igual, exactamente igual; qué importa que nos hayamos cargado Barcelona y Cataluña, que mas da los que ahora mandan no van a mandar siempre, por eso preocupa mas el hoy que el mañana, que mas da que la fiebre abolicionista de la fiesta haya empezado en Cataluña, pronto seguirá Galicia, mas tarde otra y luego otra, se salvo Colombia surgió la fiebre en Ecuador, dicen en Cataluña que el toreo es pernicioso sanguinario que lo hacen en defensa del animal y mientras tanto 4.500.000 de parados eso importa menos, ahora permiten el Bous al Carrer (toros en la calle) cuando pasen las elecciones los prohibirán y mientras tanto permiten la caza del jabalí con arco y flechas, no será esto una reminiscencia a los “flechas”, parece demencial.
Pero así esta el país, nuestro país, viva la homosexualidad, viva los anticatólicos, vivan los tertulianos, mientras menos sepan y mas sectarios sean mejor, vivan los nuevos ideólogos de ética que desde las pantallas de televisan nos dan consejos morales, así con todo esto sin olvidar la violencia de genero, las programaciones televisivas de tanto contenido cultural, el paro obrero aumentándolas cajas se convertidas en Bancos, los bancos en vendedores de pisos, familias enteras sin trabajo, la población envejeciendo, los sindicatos aceptando como mal menor la jubilación a los 67 años, 35 años de cotización para cobrar el retiro, unos telediarios que si existiese la censura del régimen anterior habría que clasificarlos en 4R mínimo y con este panorama nosotros pobres aficionados, queremos hablar de toros.
Tenemos ante nosotros un desafió mayúsculo es el de reivindicarnos como aficionados a la fiesta del toro y el torero, una fiesta enraizada en nuestras raíces, en nuestros ancestros, una fiesta por la que se nos reconoce en todo el mundo por ser única e incomparable e irrepetible.
Este momento pasara no es la primera vez que los cimientos de la fiesta se ponen a prueba y nada ni nadie ha podido con ella son varios siglos que no es cualquier cosa.
Ya a inicios de 1500 llevamos los toros a América y allí siguen queriendo y defendiendo nuestra fiesta y si alguien cree que esta de capa caída se equivoca, es verdad que son menos países que los que fueron pero ahí están México, Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador, Estados Unidos (descafeinada pero nuestra fiesta) Guatemala y Panamá esporádicamente atrás quedaron Uruguay, Cuba, Costa Rica, Bolivia, Canadá, Argentina, Brasil, Chile, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Puerto Rico y República Dominicana, ojala nunca podamos contar en nuestro país lo que hay y compararlo con lo que hubo, tomemos ejemplo de Francia, autentica reserva espiritual de la fiesta del toro bravo, ejemplo de respeto hacia nuestra fiesta ejemplo de una cultura aceptada y respetada, por ello el aficionado en estos momentos de crisis tiene en la fiesta un papel fundamental, básico, pero también los toreros, los ganaderos, los empresarios, la prensa, los apoderados, el resto de profesionales y todos los que de una u otra manera tienen algo que ver con la fiesta.
Todos somos los responsables de que la fiesta sea, en el futuro, lo que queramos que sea.
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