MARTÍN ALSINA
El rescate de la sanidad
en Castilla-La Mancha
Lamentablemente, lo que con tanta antelación anuncié en artículos pasados, se da por cumplido: la Sanidad de Castilla- La Mancha está prácticamente en bancarrota. Hay 158.795 facturas impagas, que ascienden a un valor superior a los 1.200 millones de euros (y no descarto que también haya alguna en pesetas, en algún rincón), según lo informado por el actual Consejero de Sanidad y que es debido a "la mala costumbre" del anterior Gobierno socialista de "no presupuestar las cifras reales del gasto"; aunque se ha comprometido a pagar el cien por cien de las deudas sanitarias, esto supondría unos 650 euros por castellano-manchego, incluidos los bebés nacidos recientemente. Además agregó que el año 2010 se cerró con una deuda de 160 millones de euros con colectivos y entidades que prestan sus servicios en el sector sanitario, dejando a muchos "al borde de su desaparición".
Con este panorama la Presidenta de Castilla-La Mancha, Doña María Dolores de Cospedal, ha anunciado que se llevará a cabo un ahorro de 400 millones de euros en racionalización de infraestructuras e instalaciones sanitarias. Algunos centros se venderán y luego se alquilarán para su uso, pero no se dan más detalles sobre este recorte en los centros sanitarios.
Como podrán observar, el cuadro de situación, no es demasiado alentador. Pero me temo que esta y otras medidas anunciadas, no serán suficientes, porque la deuda encontrada supera los cálculos previstos.
Espero que la racionalización comience con una férrea desburocratización de toda la parafernalia del SESCAM, que parecería haber dejado en evidencia que lo “público no sirve”. Y a mi modesto entender, me parece que no es así. Simplemente fue pésimamente administrado, lo cual lo convirtió en ineficiente y a ojos vista, francamente deficitario. Todo en pos de llevar “paja a su corral”, cada cuatro años.
Un Estado debe garantizarle al ciudadano: Seguridad, Justicia, Educación y Salud. Si los que rigen los destinos del Estado son personas capacitadas, eficientes y francamente “patrióticas”, esos servicios funcionarán en forma adecuada, gobierne quien gobierne. La diferencia radica en el modo de proceder. Unos vacían el erario público en el afán de lograr votos, con el fin de perpetuarse en el poder y otros piensan realmente en los ciudadanos y su futuro.
Dentro de este marco, la Sanidad, dado los grandes costes que ocasiona, bien administrada y auditada, como en otros países, rinde sus frutos, sin necesidad de salir de lo público. Porque con el tiempo también, al igual que una empresa privada, se obtienen ganancias. Simplemente hay que usar el sentido común. Claro está que en la actual coyuntura, con cifras deficitarias tan devastadoras, esto conlleva un arduo trabajo. Pero hay que entender que la salud pública no depende de las condiciones del mercado, o del tipo de cliente; es un servicio esencial a la población y es una pieza fundamental de cohesión social, por lo cual debe ser sostenida, aunque los ciudadanos tengamos que pagar, como mencioné en otra oportunidad, los platos rotos, mientras los responsables se van de rositas o permanecen en cargos públicos, como si no hubiera pasado nada. Pero nosotros los ciudadanos también somos responsables, por no involucrarnos, mirar para otro lado, no informarnos, no interesarnos, haciendo un uso irracional, inadecuado de la sanidad, total es todo gratis, un “todo incluido”, que ofrece atenciones banales gratuitas, medicinas gratis para los abuelos (que también usufructúan parte de la familia, por eso en cada casa hay una farmacia) y otros a precios irrisorios; traslados en ambulancia como si fueran taxis; alcoholizados que van a dormir la mona al Hospital; y un montón de etcéteras más que todos conocemos.
Esa Sanidad que nos cobijaba hasta por la más mínima tontería, esta de excrementos hasta las narices, y pidiendo a gritos que alguien la ayude. Espero que las actuales autoridades tengan todos los conocimientos, e inspiración terrenal y “divina”, para poder realizar una “misión casi imposible”, como es el rescate de la Salud Pública.
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