martes, 27 de diciembre de 2011

Articulistas - Voluntarios - Ramón González Martínez de Cepeda

RAMÓN GONZÁLEZ MARTÍNEZ DE CEPEDA
Presidente de Cáritas y directivo de AFAS 

Voluntarios


        «A veces damos el nombre de favor a lo que es de justicia, y creemos de muy buena fe que fuimos buenos y generosos cuando, realmente, no hemos sido mas que justos» (Concepción Arenal).

        En este año internacional del voluntariado me siento en la obligación moral de hacer público reconocimiento a la labor de cuantas personas de Tomelloso dedican, de forma altruista, parte de su tiempo y su saber al servicio de quienes les necesitan.
        En mi condición de director de Cáritas de Tomelloso y de miembro de la Junta Directiva de AFAS, estoy teniendo la suerte de conocer la gran labor que muchas personas, en su mayoría desde el anonimato, prestan a algunos de los colectivos más vulnerables de la sociedad.
       En esta época de la historia del ser humano en la que, parece que, todo tiene un precio, todo se hace por algo y todo responde a intereses materiales, puedo dejar constancia de que hay más de 160 personas que colaboran, de forma determinante, en las dos instituciones a las que sirvo. Personas de toda edad y condición que tienen en lo más intimo de su reflexión personal la convicción de ser privilegiados de la vida, de ser personas a las que nos ha acompañado la fortuna de nacer en un lugar y un tiempo donde se vive en “estado de bienestar” y que además, en muchos casos, son coherentes con la misión que la”parábola de los talentos” le encarga al ser humano. Ser agradecidos a la vida y a quien nos propició mejoras en nuestro vivir, es de ser bien nacidos.
        El voluntariado es fruto de una intima convicción de servicio, manifestada en la necesidad de estar donde haga falta, de decir si a las llamadas que la vida nos hace para comprometernos “sin nómina”, y también el voluntariado es base de momentos de felicidad, de satisfacción personal por ser útiles para que otros no vean inútil su existencia.
        Qué sería de la sociedad de Tomelloso sin todas esas horas, esfuerzos, compromisos y hasta disgustos, que muchas personas ponen a disposición de los demás. No solo AFAS y Cáritas, ¿y los que organizan la Romería de la Virgen? Y ¿los que dedican su tiempo y capacidades para organizar la Semana Santa? Y tantos hombres y mujeres que están en asociaciones de toda índole para que los demás disfruten o canalicen su vocación o aficiones. El voluntariado da vida y te hace vivir.
        Sí, el voluntariado te hace vivir con la vida de los otros, cuando conoces otras vidas, otras condiciones humanas, más problemas y más alegrías de las que la vida rutinaria te brinda, te sientes más lleno como persona, más abierto a comprender muchas circunstancias vitales que si no las has visto de cerca te parecen poco relevantes.
        Quiero con este escrito poner nombres y caras a esa gran parte de tomelloseros y tomelloseras que hacen más solidario Tomelloso, sin cobrar, sin “relumbrón” social, sin sitial privilegiado. Lola Vega o Josefa, decanas del voluntariado en Tomelloso en Cáritas o AFAS respectivamente, Gus, Enrique o Paula son  jóvenes que también sirven a esas instituciones, y que pueden ser la cara y el nombre que represente a todos los demás.
        En reciente entrevista con los responsables municipales les hice tomar en consideración la posibilidad de valorar, en sus convocatorias de ofertas de empleo, los méritos efectivos en tiempo y profesionalidad de los voluntarios. Ellos son personas que saben bien hacer lo que hacen; atender a personas con discapacidad, acoger a quienes no tienen resuelta la vida del día siguiente... No hay ninguna “vida laboral” que pueda acreditar su profesionalidad, pero la realidad es que su labor diaria es el mejor título, el más nutrido currículo, al cual tiene que añadirse la generosidad como excelente rúbrica.
        La dosis de idealismo que es intrínseca al voluntariado es también mérito a considerar. La sociedad necesita de personas idealistas, agentes por el cambio, de compromisos por la regeneración, de personas abiertas al futuro porque su presente no está condicionado. Idealismo como sueño con algo mejor, compromiso para, desde acciones particulares, plantear mejoras globales y generosidad como testimonio, son calificativos que hacen grande la labor de los voluntarios.
       En definitiva son y somos personas que tenemos muy en cuenta ese aforismo inglés que dice “To put oneself in one´s shoes”, ponerse en los zapatos del otro, pues a veces damos el nombre de favor a lo que es de justicia,  y creemos de muy buena fe que fuimos buenos y generosos cuando, realmente, no hemos sido mas que justos.



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