MARTÍN ALSINA
Sanidad.
Tremebundo desafío
A Dios gracias, se terminó el tiempo político. No más suposiciones ni encuestas. El pueblo español se ha pronunciado. Ha dado su veredicto fuerte y muy claro. Y nuevamente Castilla-La Mancha, demostró que está aferrada a un cambio esperanzador, que comenzó el ‘22 M’ de este año. Menudo desafío le toca al PP, y máxime sabiendo que cuatro años son escasos para subsanar tanto despropósito.
La deuda de Sanidad, casi de mil seiscientos millones de euros, es una cuesta arriba, muy escarpada, donde sin el esfuerzo de todos los castellano-manchegos, será imposible vencer. Y esto involucra a todos los estamentos. No pueden quedar afuera ni siquiera los que no participen de las ideas del actual partido gobernante, ni los indiferentes, ni aquellos que por conveniencia miraron paro otro lado, ni los permisivos. Por el silencio de muchos y las mentiras de los “pícaros”, la deuda la debemos pagar todos, porque todos somos culpables, en una u otra medida.
El sentido común, la austeridad, el paso firme, seguro, y la excelencia en la gestión, deberán ser las armas para enfrentar esta dura y anárquica situación. El lavado de cerebro al cual estuvo sometida la sociedad, debe ser erradicado de raíz. Sanidad hoy por hoy, es muy “finita”. Y no hay “caja”.
La dedocracia burocrática amiguista e innecesaria como inútil, de antaño, debe desaparecer. Menos funcionarios, pero capaces, con curriculum y no con prontuario. Que tengan espíritu de trabajo, sacrificio, compromiso, suficientes, para alcanzar objetivos seguros. Personas con formación y de confianza. Compenetradas en un proyecto de futuro.
Al aumento de impuestos al tabaco y al alcohol, a la mejor gestión para realizar el cobro a las mutuas, debería agregarse además, disminuir la cobertura del porcentaje que se realiza a los medicamentos, involucrando en este ítem a todos los niveles. Ya no puede haber medicación gratuita para nadie. Hay que deshabituar a los ciudadanos que en cada casa haya una “botica”. A lo sumo podrían auditarse casos especiales.
Se debería instrumentar gradualmente un medio didáctico eficaz, para que ningún paciente vaya al hospital sin el volante correspondiente de Atención Primaria, debidamente cumplimentado. El que no cumpla esta sistemática debería pagar la consulta y los gastos que la misma involucra. Lo mismo ocurre con aquellos pacientes que ingresan al hospital por efectos tóxicos del alcohol, sustancias prohibidas, disturbios callejeros. Obviamente los reconocimientos médicos a pacientes sanos traídos por Policía Local o Guardia Civil, no deberían ir al hospital, salvo que paguen para ello. Exentos están las urgencias reales. Pero las derivaciones que no estén bien fundamentadas por Atención Primaria, deberían ser esos profesionales los que asuman las responsabilidades, una vez auditadas la historias clínicas. Se debe acabar con la medicina defensiva. Hay que trabajar y “mojarse”. Deben fundamentar su existencia. Caso contrario se deberá modificar sustancialmente el actual funcionamiento. Se deben acabar los términos: “somos unos mandados”, “se deriva para valoración”, sin una historia ni reconocimiento que lo justifique. Con el agravante que en muchas oportunidades se usa la ambulancia como taxi. O peor aún, sin ver al paciente se decide su traslado al centro hospitalario, lo cual en algunas circunstancias pone en peligro la vida de los pacientes. De todo esto hay pruebas por demás y la actual administración debe centrarse en este punto, porque es vital para la sostenibilidad del sistema.
La redistribución del recurso humano de los centros asistenciales, en las diferentes áreas, es otro punto de importancia. No puede haber centros hipertrofiados, otros donde hay más médicos que los que hacen falta y otros que carecen de servicios esenciales como para llamarse Hospital General. Es el caso de Alcázar de San Juan, Manzanares, Tomelloso. Prácticamente en un triángulo equilátero de 35 kilómetros entre cada uno, no se puede admitir que no se preste una atención acorde a la población. Las gerencias deben trabajar mancomunadamente, para lograr este objetivo. Además, se podría debatir sobre el personal profesional que trabaja en un Hospital de difícil cobertura, ejemplo Tomelloso, y que aún no tiene su plaza fija, se les podría otorgar la misma si cumplen algunos requisitos: español o miembro de la Unión Europea, afincarse en la Comarca, es decir comprar una propiedad, lo cual dinamizaría la economía y el crecimiento demográfico y todo lo que ello involucra, tener título de especialista bien documentado, así sea extracomunitario, estar trabajando en dicho hospital, como mínimo hace cuatro años. Me impresiona que esto sería más beneficioso y económico que realizar oposiciones, por muchas y variadas razones.
Las Residencias de ancianos, deben contar con médico de guardia las 24 horas, además de su Técnico de Transporte Sanitario y ambulancia, independientemente de la deuda que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha tenga con las mismas. Además de generar empleo, lo fundamental, es que nuestros ancianos, sin duda alguna, historia viva de nuestra comarca, se merecen la mejor atención posible. Esto tendría como objetivo trabajar sobre la prevención de patologías que luego terminan siendo derivadas al hospital, como así también banalidades que no pueden ser resueltas por enfermeras o auxiliares. Los pacientes pueden ser llevados al hospital para realizar estudios, y/o interconsultas y luego continuar su tratamiento en la residencia, evitando así muchas internaciones, que lo único que hacen es generar gastos innecesarios y un retraso en el giro cada día. Lo cual es más caro. Obviamente no estoy hablando de infartos, ictus o enfermedades que sin duda alguna requieren atención especializada. Resumiendo, la intención es no trabajar sobre hechos consumados que pudieron evitarse, con una atención médica oportuna.
Ver la posibilidad de la creación de la internación domiciliaria para aquellos pacientes que por una razón u otra no pueden estar institucionalizados, por falta de cama, por tipo de enfermedad, o por decisión familiar. Aquí estaríamos trabajando con el mismo sentido que en el punto anterior y abarcando casi todos sus aspectos.
Los servicios de Urgencias hospitalarias también, en mi modesta opinión deberían realizar modificaciones en algunas sistemáticas de trabajo y mucho más en aquellos hospitales comarcales. Retomando el ejemplo del área Alcázar-Manzanares-Tomelloso, si se logra realizar una distribución adecuada del recurso humano, se podría lograr una atención específica para cada edad y patología. Es decir “cada uno a lo suyo”. Los niños serían atendidos directamente por Pediatras, la patología propia de la mujer y del embarazo por los ginecólogos de guardia, los médicos de urgencias (que aún e increíblemente no es especialidad) atenderían la demanda espontánea y los casos críticos, etcétera. No me cabe duda, que se lograría una mayor satisfacción del usuario, y se ahorraría mucho tiempo y dinero. Demás está decir que la jefatura o coordinación de estos servicios, la cara más visible y expuesta de cada institución, debe estar a cargo de gente cualificada, comprometida, con autoridad moral e intelectual.
En fin, no cabe duda que hay que ajustar muchas tuercas, y me quedan otros temas para exponer, pero en definitiva son algunas ideas, basadas en el devenir de la Sanidad en estos últimos años, y que acertadas o no, factibles o no, sólo tienen la intención de aportar para que el sistema se pueda mantener en el tiempo. Un centro asistencial no puede ser como “un hotel con servicio todo incluido”, donde a las tres de la madrugada se puede servir un pincho de tortilla con cava, como cosa normal y habitual. Como se ha acostumbrado a los ciudadanos a cambio de votos. “El tiempo se encarga de destruir, todo lo que construye el error”.
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